La Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA, por sus siglas en inglés) y la federación internacional de pilotos, International Federation of Air Line Pilots’ Associations (IFALPA), han hecho un llamamiento conjunto a los gobiernos para que adopten las directrices del Equipo Especial para la Recuperación de la Aviación (CART, por sus siglas en inglés) del Consejo de la OACI, respecto a la aplicación de las pruebas COVID-19 a las tripulaciones.
Las directrices del CART recomiendan de manera específica que los miembros de las tripulaciones no deberían someterse a los controles o restricciones que se aplican a los viajeros. El CART aconseja, además, que los métodos de control sanitario para los miembros de las tripulaciones sean lo menos invasivos posible.
A pesar de las recomendaciones del CART, está aumentando el número de gobiernos que aplican a las tripulaciones las mismas medidas de salud que a los viajeros en general. Estas medidas exigen disponer de una prueba negativa del COVID-19 antes de viajar; incluso, en algunos casos, se exige una segunda prueba en destino. Además, varios reguladores de Aviación Civil solo autorizan a los miembros de la tripulación que presenten una PCR negativa a hacer escala en sus respectivos países.
“Estas medidas no solo contravienen las recomendaciones de la OACI, sino que no tienen en cuenta que la interacción con la población local es mínima”, resaltó Gilberto López Meyer, vicepresidente sénior de Seguridad y Operaciones de Vuelo de IATA. Por ejemplo, durante la escala, las tripulaciones a menudo están confinadas dentro del hotel. Tales medidas ignoran también que las aerolíneas ya cumplen con los requisitos sanitarios en materia de protección y rastreo de contactos exigidos en su país de origen, dirigidas a reducir el riesgo de infección.
“Además de contravenir las recomendaciones de la guía, las medidas que toman algunos gobiernos solo generan estrés y presión en las tripulaciones. Estas directrices han sido cuidadosamente desarrolladas para garantizar unas operaciones que priorizan la seguridad tanto para tripulaciones como para pasajeros”, señaló el comandante Jack Netskar, presidente de IFALPA.
Además de la intrusión física y los inconvenientes que supone someterse diariamente a la prueba COVID-19, se debe tener en cuenta el coste asociado. Según el estudio realizado por una aerolínea global, cumplir tales exigencias en un solo vuelo diario añadiría un coste adicional de 950.000 USD anuales.
“Las aerolíneas están deseando invertir en medios de seguridad que proporcionen resultados efectivos significativos, pero esto no es posible si tienen que cumplir con requisitos establecidos unilateralmente y no coordinados respecto a la aplicación de pruebas de diagnóstico. Los gobiernos deben reconocer que las tripulaciones tienen un perfil de riesgo diferente al de los pasajeros y, por ello, deben flexibilizar y aliviar los requisitos tanto en la aplicación de pruebas como en medidas de cuarentena, incluso llegar a eximir a las tripulaciones del cumplimiento de tales medidas”, apuntó López Meyer.