En una semana con alto valor histórico para el gigante europeo, por el cierre de la planta donde se produjo el Airbus 380 y por la presentación de tres proyectos para que el hidrogeno sea la energía que impulse a los aviones, el CEO de Airbus reflexiona y comparte su opinión con el mundo.

El inestimable papel que desempeña la aviación en la sociedad está siendo cuestionado y puesto en riesgo con cierre de fronteras y voces influyentes que desde Europa piden poner freno a los viajes en avión.

La aviación comercial genera más de 80 millones de empleos en todo el mundo entre el sector del turismo, la cadena de suministro de la industria, las aerolíneas, los aeropuertos y muchas otras áreas donde alcanza su influencia. El cierre de fronteras y la cancelación de vuelos han dejado a familias enteras dispersas, incapaces de reunirse cara a cara, demostrando que el avión se ha convertido en algo fundamental para el modo de vida de muchos individuos.

La aviación conecta y une a personas, culturas y empresas. Funcionando como un auténtico cordón umbilical del comercio internacional, la aviación apoya el desarrollo, la educación y las economías mundiales. Los viajes aéreos no sólo amplían nuestros horizontes intelectuales, sino que también alivian las tensiones al reunirnos y permitirnos comprendernos y aprender unos de otros, ayudándonos a encontrar respuestas a nuestros problemas comunes. La aviación salvaguarda la paz y la estabilidad en el mundo.

Es el motor del multilateralismo, la diplomacia y los valores humanos que muchos daban por sentados desde la segunda mitad del siglo XX. Es evidente que un mundo más conectado es un mundo más próspero y que esta prosperidad proporciona la base para una innovación a gran escala y una transformación duradera.

Cuanto más largo sea el paréntesis que se ha abierto en el comercio y en la circulación internacional, más graves serán las consecuencias. Una situación económica adversa prolongada dejará a los Gobiernos y a las empresas en una posición más débil de cara a abordar las dificultades más acuciantes. Son necesarios cambios importantes a escala mundial si nos proponemos abordar el mayor desafío de nuestro tiempo: el cambio climático.

Si queremos estar a la altura de este desafío, es preciso que acometamos una rápida transformación global desde los sectores de la energía y el transporte hasta la industria pesada y de la construcción. Estos cambios, a su vez, dependen del urgente despliegue de enormes volúmenes de capital, pero estamos viendo cómo esta crisis está limitando la inversión de las empresas, creando un mundo menos conectado por el cierre de las fronteras y más susceptible de ver renacer el proteccionismo, el nacionalismo y la inestabilidad geopolítica.

Esto es lo que está en juego en esta pandemia, y explica por qué la reanudación segura y rápida de los viajes en avión puede ayudar a sanar las heridas de esta crisis.

Sin embargo, con el incremento actual de la preocupación pública por el medioambiente, la importancia de la aviación para la sociedad está en entredicho. Por lo tanto, abordar esta inquietud ahora es una prioridad.

Cada sector debe asumir su responsabilidad y nosotros nos comprometemos a asumir la nuestra. Si bien las emisiones de la aviación solo representan entre el 2 y el 3% de todas las emisiones de CO2 producidas por el ser humano, queremos estar a la vanguardia de esta  gran transformación. En Airbus, nuestra ambición es liderar la descarbonización de nuestro sector y construir el primer avión de pasajeros libre de emisiones del mundo para 2035.

Estamos comprometidos con esta ambición, como demuestran nuestros nuevos diseños de aviones libres de emisiones. Creemos que podemos ser pioneros en el sector con socios clave para hacer realidad los vuelos comerciales libres de carbono. La década de 2020 encierra la promesa de un gran salto hacia una aviación sin emisiones de carbono y los Gobiernos están impulsando este propósito al comprometerse a financiar la investigación para conseguir una aviación sostenible.

Por ello, el debate en Europa y en todo el mundo necesita una reformulación urgente. La industria de la aviación está entrando en un período de innovación sin parangón desde los albores del transporte aéreo. La aviación tiene una huella física reducida en el ecosistema: los paisajes, la flora, la fauna y los cursos fluviales naturales quedan intactos cuando las aeronaves los sobrevuelan.

¿Y qué ocurre con otros sectores del transporte? Por ejemplo, las expectativas de lo que el ferrocarril puede lograr por sí mismo han tocado techo en la realidad actual. La red de alta velocidad de Europa sigue estando fragmentada. En cambio, la aviación ofrece a los pasajeros una amplitud de conexiones sin comparación –8.600 rutas directas entre ciudades solo en Europa– y un mayor alcance: la distancia media de cada vuelo en Europa es de más de 1.700 km, más de cinco veces la longitud de la mayoría de los viajes por ferrocarril. La aviación aporta todas estas ventajas y al mismo tiempo, protege la Tierra al sobrevolarla y preserva su ecosistema. De esta manera tenemos la oportunidad de ser aún más visionarios desde un punto de vista ecológico.

Estos son tiempos difíciles e intensos para todos nosotros. Mi mensaje para los legisladores es claro: la aviación es una fuerza irremplazable para el bien en el mundo y debe seguir siéndolo en el mundo post pandémico.

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