No es sencillo hacer futurismo, pero sí es posible detectar tendencias y situaciones que, al menos en el corto plazo, perdurarán. ¿Cómo serán las líneas aéreas del futuro inmediato? ¿Cómo influirán la vacunación y las nuevas olas en el desarrollo de la pandemia? Intentamos algunas respuestas.
Por Alejo Marcigliano
No hago futurismo. De hecho, no creo mucho en esto de anticiparse y adivinar qué va a suceder. Si algo no sabemos es justamente qué va a pasar. Ahora bien, ¿no sabemos nada de nada acerca de lo que se viene en el corto y mediano plazo? Bueno, claro no es del todo así. Tenemos un puñado de certezas y podemos tratar de reflexionar, a partir de esos puntos que parecen “fijos”, por decirlo de algún modo.
Por ejemplo: no hubo recuperación del mercado aerocomercial para el inicio de 2021, no en los dos primeros trimestres. La combinación de una vacunación con problemas y la segunda ola basada en las nuevas y feroces cepas hizo que buena parte del mundo volviera a cerrar sus fronteras de modo estricto. Y una especulación más o menos realista es pensar que los números positivos aparecerán en 2022 o, con suerte, al final de 2021.
Hay una gran cantidad de estudios que hablan de buenas expectativas, de pasajeros que quieren volver a volar. Pero entre esa voluntad y la posibilidad de hacerlo están la segunda ola, las nuevas cepas y los cierres de frontera, como dijimos antes. La pregunta entonces no es si los pasajeros quieren volver a volar, eso parece medianamente respondido y de modo positivo, sino cuándo podrán hacerlo. Por supuesto que una lectura general siempre resulta injusta con los matices. Hay mercados domésticos que vienen recuperándose a buen ritmo: Estados Unidos, China y Colombia, entre otros, son buenos ejemplos.
¡Bienvenidos al capitalismo!
La epidemia nos dio la oportunidad de ser mejores, es cierto. Pero no la tomamos: como sociedad no somos ni seremos mejores. Al menos no por la pandemia. “Lo peor de la peste no es que mata los cuerpos, sino que desnuda las alamas y ese espectáculo suele ser horroroso”, dice una frase de moda, falsamente atribuida a Albert Camus que nunca la escribió ni pronunció. Pero no me importa la autoría, la creo bastante acertada.
Pongamos como ejemplo las vacunas que se han encargado, es decir que se han comprado por anticipado. Vemos que hay países que han comprado varias veces su población. Según la universidad de Duke (Estados Unidos), ya se han reservado un total de 9.800 millones de dosis a nivel global. La Unión Europea (UE), en bloque, reservó 1.425 millones de dosis. Dado que su población es de 448 millones, esto representa tres dosis por individuo. Tomando en cuenta que de algunas vacunas se necesitan dos dosis para alcanzar una buena inmunización y que la vacunación en sí es optativa, es decir no todos los 448 millones se terminarán vacunando, se puede afirmar con relativa certeza que Europa tiene al menos dos años de vacunación hacia adelante garantizados. Estados Unidos, en el mismo sentido, bloqueó 1.010 millones de dosis: 3 por cabeza. En el otro extremo del universo de 190 países, hay algunos Estados que ni siquiera han comenzado a vacunar. Más allá de todas las consideraciones humanas, éticas y caritativas, lo que genera esta situación es una brecha. De un extremo quedarán los países más vacunados, más inmunizados que podrán reactivar su Economía más rápida y profundamente, y del otro lado quedarán aquellos países con menos vacunación y donde el Covid-19 continuará pululando y paralizando sus Economías.
Esto es un golpe monumental para el turismo. Para que se entienda, pondré un ejemplo: desde mayo próximo, el Reino Unido aplicará un esquema de semáforo. Los países en rojo serán considerados los más peligrosos, donde la pandemia está descontrolada. En el otro extremo, los verdes son aquellos países donde el Covid-19 está contenido cuando menos. Aquellos viajeros que hayan elegido viajar a los “países en rojo” deberán enfrentar a su vuelta al Reino Unido mayores medidas sanitarias (pruebas, hisopados y cuarentenas). Los que elijan los “países en verde”, recibirán una vuelta más fluida y benigna. Si cruzamos esto con lo que dijimos antes de la vacunación, veremos entonces que los países más poderosos y desarrollados, inmunizados, pondrán en marcha el turismo masivo entre ellos más rápido. Los destinos turísticos más periféricos, en países en vías de desarrollo, con una vacunación más lenta, estarán en la lista de destinos “en rojo”. Y esas medidas sanitarias, son disuasorias para el turismo.
Claramente, los grandes grupos económicos, inversores en los destinos turísticos periféricos, pelearán porque sus inversiones no se desvaloricen. Esa será una pulseada para ver: ¿lograrán acelerar esos inversores la vacunación en los destinos turísticos o no?
¿Y las líneas aéreas?
Hay un fenómeno que a más de uno ha llamado la atención: nuevas empresas están desembarcando en el mercado. La crisis ha supuesto una sacudida monstruosa y eso ha replanteado el mercado. Está la certeza de que varias de las empresas actuales, de las grandes, no sobrevivirán y las que lo hagan, casi forzosamente, deberán ajustarse, achicarse. Esto no libera partes del mercado, pero reduce a los grandes gigantes, les resta peligrosidad y los pone al alcance de la competencia. Se debe pensar, además, que las líneas aéreas sobrevivientes, en general, arrastrarán problemas de la pandemia: por ejemplo, un fortísimo endeudamiento. En ese sentido, las “nuevas”, no arrastran problemas. Pero, además, la reducción de “las grandes”, generó que los precios de casi todo (desde los niveles salariales de los empleados del sector, hasta el valor de los leasings de aeronaves pasando por todo lo que los proveedores del sector puedan ofrecer), está más barato hoy y para los dos próximos años, con relación a lo que valían inmediatamente antes de la pandemia.
La principal virtud hoy, de una línea aérea es la ductilidad, la flexibilidad que posea y de la que sea capaz de exponer, para adaptarse a las situaciones cambiantes. Y es que la evolución de la pandemia no es lineal. Siempre pueden aparecer nuevas cepas y nuevas olas y siempre pueden volver los cierres de fronteras y las cuarentenas.
Otros cambios
Hay algunos aspectos que han llegado para quedarse. Por ejemplo, la pandemia aceleró el proceso de digitalización, sobre todo lo relacionado con el contacless (todos aquellos procesos que pueden realizarse sin contacto ni intervención humana). Hablamos de digital ID, biometría, auto-servicio y demás.
Por otra parte, una aviación comercial “más chica”, se puede arreglar con menos volumen de combustible: me parece que estamos ante la coyuntura ideal para que se agilice la sustitución del petróleo por carburantes sustentables. Además, en los últimos meses se han reactivado y lanzado varias iniciativas que apuestan a aviones con sistemas de propulsión más verdes aún (eléctricos, hidrógeno, etcétera).
Comercialmente hablando, durante al menos dos o tres años, las tarifas cederán en alguna medida y ganará la flexibilidad, la posibilidad reprogramar y hacer una buena cantidad de cambios en los tickets.
La aviación comercial ya ha probado con creces su valía y su aporte a la sociedad desde la perspectiva económico-social. Esto la convierte en una actividad central y estratégica que no se va a acabar con la pandemia. Pero no vamos a volver a la misma normalidad, a la prepandemia, al menos no exactamente igual.