En las apacibles horas de la siesta Crotto parece dormir al ritmo de sus habitantes. Cuando todos despiertan y comienzan a contar sus historias, uno puede adentrarse en el pasado del pueblo nacido alrededor del ferrocarril, como muchos otros de la Provincia de Buenos Aires.

Crotto es un pueblo rural que forma parte del partido de Tapalqué y cuenta con unos 300 habitantes. Se encuentra muy cerca de Olavarría y Azul, aunque también se desenredan entre los campos muchos caminos rurales que los conectan con Alvear y Bolívar.

Crotto fue reconocido como pueblo el 23 de octubre de 1914. Su nombre fue heredado de la familia de igual apellido, hacendados y propietarios de la Estancia San Enrique. “Aclaramos que quienes vivimos acá, decimos ser de “Crotto” con 2 t , no de croto- linyera”, dicen inmediatamente que uno consulta respecto al nombre del lugar. La referencia se debe a que durante la gobernación de José Camilo Crotto, quien se desempeñara en ese cargo entre 1918 y 1921, se promulgó una ley que permitía que los obreros de las cosechas (o peones golondrina) tuvieran gratuitamente pasajes ferroviarios. Los jefes de estación, al momento de controlar los pasajeros anunciaban “van por Crotto”, lo que luego se convirtió en “Son de Crotto”, para finalmente decir “son crotos”.

Por Crotto pasaba la línea de trenes Ferrocarril Sud que luego fue el Ferrocarril Roca. Este tendido unía Constitución con Zapala (en la Provincia de Río Negro), extendiéndose por toda la Provincia de Buenos Aires y siendo el corazón del desarrollo agropecuario en la región pampeana. Como pasó en muchos pueblos del interior el tren, que circuló por primera vez en 1910, era fuente de vida: traía y llevaba correspondencia, maquinarias, animales, alimentos que se producían en la zona, verduras, leche, diarios y revistas, moda, maestros, médico… y amores.

El tren de pasajeros dejó de circular en 1975 y el carguero funcionó hasta  comienzos de los 80. El proceso de desguace del ferrocarril había comenzado en la década del 60 y se concreta definitivamente en los 90. El transporte, símbolo de progreso, arrastra con su cierre al despoblamiento y hasta la desaparición de muchos pueblos que, como éste, habían surgido a su paso.

Hoy la Estación es un Museo Municipal Comunitario inaugurdo en 2019 por el Municipio de Tapalqué. Allí Sandra Bisogno y sus colaboradoras son las encargadas de guardar la historia de cada familia, sus fotos y utensilios, sus trajes y, junto a todo eso, recuerdos del antiguo paso del tren.

Más allá del edificio, cruzando la ancha avenida de tierra, están la Vieja fonda, que junto con el Almacén de Ramos Generales y la Despensa (donde funcionaba la panadería) conforman lo que se conoció como la “esquina de los almacenes”.

 Las vecinas más indiscretas cuentan que muchas parejas del pueblo tuvieron su comienzo en los bailes de la Fonda. Las chicas generalmente eran locales y los jóvenes, que con el tiempo fueron novios o esposos,  venían en el tren de Olavarría o Tapalqué.

Si retrocedemos unos pasos hacia la Calle de las Farolas, vemos que enfrentados hay dos edificios que son de la misma época: el Almacén de ramos generales y la actual despensa, que fue la primera panadería. Todos estos edificios fueron construidos a comienzos de la década del 40, con ladrillos que se fabricaban en hornos del pueblo y la arena necesaria se traía en carro desde el arroyo Tapalqué, distante 7 km de planta urbana.

Bordeando la bicisenda hay bancos de cemento que están pensados para que los adultos mayores que salen a hacer sus mandados puedan descansar en sus recorridos. En Crotto no hay calles llamadas San Martín, Belgrano o 9 de julio. Las calles tienen nombres de vecinos, elegidos por vecinos, como homenaje y por considerar que su aporte ha sido valioso para mejorar la vida de los crottenses.

La Capilla Nuestra Señora de Luján, perteneciente a la Iglesia Católica, fue fundada en 1953 es producto del trabajo de un grupo de mujeres locales, bien empoderadas y comprometidas con su lugar, quienes recaudaron fondos para comprar los materiales necesarios para la construcción. Cuando se dispuso el terreno para su instalación y casi como en un ritual de evangelización, se instaló una cruz de madera de 2 metros, la que según los dichos del cura Henrich, mostraba que “vivían cristianos en este pueblo” La cruz fue cercada con alambre, para que las vacas que pastaban libremente no se rascaran en ella. Rifas, festivales o bailes permitieron que se juntara el dinero para la construcción.

Ya en la plaza se puede apreciar una obra homenaje a la mujer campesina, conformada por una estatua realizada por Ester Rodríguez Acosta así como una fuente, obra de Ignacio Catanzaro. Icónica, la estatua dio origen a la Fiesta de la mujer campesina, que se celebra el primer domingo de abril de cada año.

En realidad cada rincón de Crotto es una fiesta y una historia. Está la primera escuela y el edificio que la suplantó, el primer rancho de paja que permanece en pie.

Visitar el pueblo es entender un poco del corazón bonaerense, su devenir, su fortaleza. No solamente es conocer un poco de la vida de la ruralidad sino sumergirse en realidades tan diferentes a las urbanas que despiertan muchas sensaciones e invitan a regresar a visitarlos. Una y otra vez.

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