Es indiscutido. El cásico de cada invierno. Un destino con opciones para todos y una oferta natural inigualable, pero, seguramente, si sos amante de Bariloche te conocés cada rincón y, tal vez, querés aventurarte a algo nuevo. El Refugio Neumeyer demuestra que el paraíso también puede ser nieve, bosque y montaña.
Se encuentra dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, a solo 18 kilómetros de la ciudad y lo ideal es llegar en 4×4. Una vez allí y tras un energético y delicioso desayuno, es momento para adentrarse en el bosque nevado y descubrir paisajes de ensueño hasta llegar a la laguna congelada. Los caminos están correctamente señalados así que no te vas a perder.
Pero si lo que querés es diversión, el Espacio Neumeyer cuenta con pistas especialmente diseñadas para realizar descensos en trineos plástico y jugar alguna que otra carrera.
Para contemplar la naturaleza pero en un ambiente acogedor, la hora del té puede encontrarte en uno de los domos montados en medio del bosque. En su espacio calefaccionado y ambientado con el espíritu de montaña y de Patagonia podrás degustar todos los sabores regionales.
Pero si la aventura y el frio no es lo tuyo, quizás sí lo sean los chocolates. Casi guiado por el olfato podés llegar al Museo del Chocolate, pero antes de que intentes probar uno, vas a conocer la transformación y el significado del cacao en 2000 años de historia con explicaciones amenas y didácticas. La idea es que se te haga agua la boca antes de degustar las exquisiteces del lugar que son servidas luego de conocer el proceso de
fabricación.
Claro que también puede haber tiempo para visitar el Cerro Catedral y las típicas postales de invierno en la ciudad, pero siempre es bueno conocer lugares nuevos y crear historias para el futuro.