Cualquiera que ame esta actividad, desde el espacio que sea, contara o compartirá con alguien la inabordable desolación que comenzamos a vivir o ver en los aeropuertos al llegar la pandemia y decretarse el confinamiento.

Si bien hubo etapas y desde octubre 2020 regresaron los vuelos domésticos, aquella desolación inicial dio paso al movimiento posible. En ambas situaciones no importa porque razón, donde más atrapado quede al mirar lo que había para mirar fue en el mundo de la gente de tráfico.

Cuando solo hubo vuelos especiales y sanitarios, se contaban con los dedos de una mano la cantidad de trabajadores que estaban presentes y pacientes en alguno de los salones de Ezeiza, Aeroparque y Resistencia. Aeropuertos por donde trabaje durante esa etapa.

Cuando comenzaron los vuelos domésticos el escenario cambio y me detuve muchísimo a observar como los y las de tráfico, atendían uno a uno los pedidos de aquellos usuarios que no lograban tramitar el permiso para volar en un cuerpo a cuerpo peligroso y solidario.

En cada caso y en cada rubro seguramente habrá realidades menos o más admirables que la relatada entonces para quienes las viven también va este saludo. Los del home office, los del call center, los de técnica, los administrativos y más.

Un saludo final para los de rampa. Llevan, traen, cargan y descargan vacunas. 

Nota dedicada a quienes perdieron su trabajo.

La reconstrucción es posible. Me toco ser testigo de las dos recuperaciones de Aerolíneas Argentinas, del nacimiento de LAN ARG, cuando la apertura indiscriminada del mercado terminó con Dinar, Lapa y Southern Winds, y de tantas otras luchas dadas y ganadas por los aeronáuticos.

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